Coyoacán, Ciudad de México.-El pintor Rufuno Tamayo, fue uno de los grandes artistas que vivieron en Coyoacán. Como un homenaje a este creador, existe una escultura llamada Serpiente y Garra de Jaguar, realizada y dispuesta como un homenaje a este importante personaje.
La obra se localiza en la Universidad Nacional Autónoma de México, en inmendiaciones del Centro Cultural Universitario. Y data de 1987, estando a cargo del artista Sebastián.
Enrique Carbajal González, más conocido por el nombre de Sebastián es un escultor mexicano, originario de Camargo, Chihuahua, especializado en escultura monumental.
Su trabajo se genera cuando las tendencias artísticas como el cientificismo, el minimalismo, el op-art, el pop art, etc. se originan, expresan. Y luego con creaciones como sus estructuras transformables, incluyendo sus obras Leonardo4, Durero4, Brancusi4, los modelos matemáticos son transformado en escultura, donde el dígito mencionado se refiere a la cuarta dimensión.
Esta obra alude al recordado mural “Dualidad” (1964), que se ubica en el vestíbulo del auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología. Tal como explica la Oficina de Derechos de Autor de Rufino Tamayo, la obra mide 3.53 x 12.21 metros y fue elaborado con vinelita sobre tela de lino, la cual fue tejida especialmente para que resistiera el peso de la pintura y las arenas que Rufino Tamayo empleó en su elaboración.
Cosmogonía náhuatl
Oficina de Derechos de Autor de Rufino Tamayo comparte que “Tamayo se inspiró en la cosmogonía náhuatl de los opuestos y complementarios para dar vida a esta reinterpretación personalizada de la mitología precolombina. ‘Es una lucha de los elementos que originan la vida: por un lado el bien, la sabiduría, la luz… por el otro el mal, las tinieblas'”.
“El día es simbolizado por un reptil de vibrante color turquesa, la serpiente emplumada representa al Dios Quetzalcóatl en tonalidades cálidas, el cuerpo semi-enroscado y la boca abierta que se aproxima a su opuesto con el sol en lo alto. La noche se hace presente con el Dios Tezcatlipoca en forma de jaguar, sobre un fondo de tonalidades frías, con la luna descendiendo y la Osa Mayor sirviendo de escenario para que el jaguar despliegue su ferocidad atacando con garras y dientes a la serpiente emplumada. Mientras estos animales luchan, el cielo se ilumina a medida que amanece, los matices rojos y azules se mezclan en el centro como un choque de tonalidades provocado por la pelea”.