Coyoacán, Ciudad de México.- En calles de la Colonia Ajusco, existe una historia que transmitieron los colonos que llegaron cerca de 1960 a habitar este lugar. Y es que existía una piedra que tenía tallada una víbora. Por eso al lugar donde se ubicaba, le siguen llamando ocasionalmente, “La víbora”.
Lo anterior, quedó como “leyenda urbana”, pues la víbora ya no existe. Tal como recoge Federica Barba, en “El coyote itinerante”, Flor De Liz, una de las fundadoras de la colonia Ajusco, narró que de un momento a otro dinamitaron la piedra con la víbora labrada para hacer la calle más transitable.
Esto porque la gente tenía que rodear la piedra para poder pasar y los más intrépidos se subían por encima de su dorso para cruzar. La víbora se encontraba cerca de la cueva de las Golondrinas que tampoco existe ya, como señala el libro Reserva Ecológica Pedregal de San Ángel. Ecología, Historia Natural y Manejo de Ariel Rojo.
Gran víbora
Federica Barba, relata que la víbora “ocupaba la mitad del ancho de la calle y era la más grande de los Pedregales, estaba grabada sobre una burbuja de piedra volcánica de doce metros de largo y dos de altura. En el interior de su cuerpo resaltaban varias figuras de caracoles y calaveras. Su cabeza de metro y medio tenía dos cuernos: uno grande y otro dividido en tres piezas”.
Cerca de 1960, los arqueólogos Walter Krickeberg, Carmen Cook de Leonard y Carlos Navarrete estudiaron esta piedra. Querían quitarla y llevársela para ser exhibida, pero no se logró. También existió un proyecto para hacer una glorieta a su alrededor, por parte del entonces Departamento del Distrito Federal, pero tampoco se hizo.
No era la única víbora
Federica Barba, explica que la Víbora del Pedregal, se parecía a otras dos de menor tamaño, localizadas, una en la iglesia de la Resurrección (Avenida Aztecas) y otra en Rey Tepalcatzin, aproximadamente de 80 centímetros.
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“Eran tallas del arte mexica. Los culhuas, habitantes de Culhuacán pertenecían a esta cultura. Ellos vinieron marcando su camino en busca del pueblo sepultado por la lava del volcán Xitle, Cuicuilco. La cabeza de las tres indicaba hacia el sur. El cuerno grande en forma de triángulo se relacionaba con la pirámide de Cuicuilco y la otra con las pirámides en Villa Olímpica”, precisa.