Coyoacán, Ciudad de México.-Entre las muchas leyendas que existen en Coyoacán, una de las más escabrosas es la del monje de la Plaza de la Conchita. ¿La has escuchado?
En los años 40 en Coyoacán, pasaba el tranvía por la Plaza de la Conchita. Este transporte circulaba por este lugar y se dirigía a San Ángel.
Cuenta la leyenda que en algunas ocasiones, un monje se subía en la parada del último tranvía que pasaba, por la Avenida Francisco Sosa. Usaba un ropaje típico de los franciscanos e iba descalzo, con un rostro sombrío. Solía pagar con unas piedritas que parecían huesitos.
Al subirse al tranvía, el monje se dirigía siempre al último vagón del tranvía y cuando llegaba a la última estación, desaparecía.
Tanto el conductor como la gente, se sorprendían porque no se explicaban lo que ocurría y jamás lo veían bajar del transporte.
Existe gente que, aunque ya no existe el tranvía que pasaba en aquellos años por La Conchita, ven a un monje caminar por la noche en el lugar. Otros juran que lo han mirado meterse a la iglesia.
Quienes lo han visto, dicen que va descalzo y que les ha sonreido, aunque quienes han intentado hablarle, señalan que no contesta.
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La Plaza de la Conchita
Esta plaza fue edificada en el Siglo XVI por órdenes de Hernán Cortés, sobre un teocalli o templo prehispánico. Eran pequeños basamentos encima de los que se edificó el santuario católico.
En 2013, la iglesia fue restaurada por personal del Instituto Nacional de Antropología, aunque en 2017 fue dañada por los sismos.