Coyoacán, Ciudad de México.-Existe un lugar con un halo de misterio, pues provoca un entorno en donde el pasado y el presente convergen. Se trata del templo de San Antonio Panzacola o San Antonio de Padua, que se encuentra en Coyoacán.
El templo de San Antonio Panzacola está ubicado en la esquina de la Avenida Universidad y Francisco Sosa, que antes se llamaba Calle Real, y era una vía que conectaba con San Ángel.De hecho por ahí pasaba el tranvía, importante medio de transporte.








Este templo religioso data del siglo XVII y tiene una arquitectura es de estilo barroco. En el interior tiene una bóveda catalana y un retablo tallado. En la fachada un niño Jesús. Lamentablemente en su exterior, este Monumento Nacional está vandalizado con pintas, y no se ha restaurado.

Hermosa estampa
La belleza del templo además radica en su ubicación, porque se localiza junto al puente Puente de Altillo, que está hecho de piedra y tiene algunos relieves labrados.

Bajo el puente pasa todavía el río de la Magdalena, que infortunadamente está contaminado, pero su sonido le da una sensación muy especial al lugar.
El río Magdalena corre por 28 kilómetros desde la Sierra de las Cruces hasta Río Churubusco.
Leyendas
Como es de esperarse, existen muchas leyendas o historias que se cuentan sobre este lugar. Una de ellas es que en la época de la Colonia, una familia de contrabandistas iba a ser detenida por autoridades. Con el temor de ir a la cárcel, le prometieron a San Antonio de Padua que si les hacía el milagro de librar la prisión le construirían una iglesia.
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De algún modo, los oficiales no vieron nada indebido al catear la casa de los delincuentes, así es que la familia construyó el templo. Esto ha quedado en leyenda, pues no se ha comprobado que eso haya pasado.